“Y ESTALLÓ LA GUERRA”
Estaba reflexionando mucho últimamente sobre las predicciones astrológicas para este año. Recuerdo perfectamente participar en el III Congreso Internacional de Astrología para el que, al preparar la ponencia, tuve que elevar el pesimismo de lo que intuitivamente sentía con un cierre hablando sobre la esperanza. Tras la tan cacareada entrada en una “feliz era” de Acuario, sobre la que aún no hay datos fiables, llegaba la conjunción Júpiter-Neptuno para llevarnos a hablar más de lo que deseábamos que ocurriera que de lo que realmente podría ocurrir. Pero de eso va esta energía muy exageradamente neptuniana: de dejarnos creer en lo “imposible” hasta que llega lo “real”.
La realidad es que Marte, el dios de la guerra, gran activador de lo que contiene todo ciclo en activo, llegó a los 22º de Capricornio entre el 22 y el 23 de febrero, la misma madrugada de la invasión de Rusia a Ucrania. Esa posición es, exactamente, la que ocuparon Saturno y Plutón en enero de 2020 en su inicio de nuevo ciclo, el ciclo que viene asociado a grandes guerras a lo largo de la historia. Así, nos libramos de una guerra en 2020. Creímos que la pandemia era el sustituto. Es cierto que la conjunción Saturno-Plutón también habla de dejarnos en los huesos, con lo imprescindible, y eso podría ser una de las consecuencias de la pandemia. Sin embargo, tan sólo era el aperitivo ya que, en cuanto Marte llegó a la posición de la conjunción de 2020, activó la energía asociada al emerger de nuevas naciones o estados, a guerras o confrontaciones violentas y a reestructuraciones políticas. Más tarde, en agosto de 2020, Plutón ocupaba los 22º de Capricornio en uno de los momentos de mayor cercanía de los tres planetas, conformando la gran conjunción Júpiter, Saturno y Plutón.
La carta del solsticio, de la que hablamos en el número 11 de Stellium, con una prominente conjunción Venus-Plutón, auguraba unas relaciones internacionales tensas para 2022. Llamamos a la revista Pandora, pensando en lo que parecía que estaba por empezar a emerger en el intento de reactivación del sistema tras los confinamientos. Pero quizás debemos remontarnos a una fecha anterior, la del 19 de noviembre, el día en que tuvo lugar el primer eclipse en el eje Tauro-Escorpio junto a la estrella fija Algol, considerada en la antigüedad como la más maléfica de todas, asociada a violencia extrema y graves peligros. Este eclipse, con la cabeza de Medusa en la mano de Perseo, es decir, el lugar que ocupa la estrella Algol en la constelación, transitó opuesto a la conjunción Venus-Plutón que se sienta en el Ascendente de la carta de Rusia. Esto nos lleva a una potente sincronía de activaciones de Venus-Plutón: la del eclipse, la del solsticio y la de la carta de Rusia. Como dato adicional, mencionar que este eclipse se daba en la casa 6 de la carta de Rusia, es decir, el territorio del ejército y la defensa personal de un país, entre otras cosas.
En clave de astrología mundana, podríamos estar ante una nueva configuración de un nuevo estado con Putin como canal ejecutor de lo que contiene el ciclo en su esencia. También hay ciertos aspectos que apuntan a lo que parece una de las claves del conflicto: forzar un acuerdo que genere un espacio neutro entre Rusia y los aliados de la OTAN. Veamos.
La astrología mundana es la rama de la astrología que estudia los asuntos que se expresan a nivel colectivo, como sociedades, organizaciones, empresas, países, gobernantes, ciclos financieros, etc. Esta disciplina requiere del estudio de distintas variables que se intercambien entre sí. Al estudiar la carta de Putin, como líder de Rusia, encontramos, de nuevo, una predominancia de Plutón en su carta natal, en concreto una conjunción Plutón-Nodo Sur.
Esto no sólo es así porque venimos poniendo de manifiesto el poder de Plutón en lo antes mencionado sino porque, en estos tiempos, Putin está bajo la influencia de un Saturno transitando opuesto a su Plutón natal, que activa y sintoniza con el ciclo Saturno-Plutón de 2020, activado este pasado 22 de febrero por Marte.
En la carta natal de Putin también se da la particularidad de estar esa conjunción de Plutón con el Nodo Sur, posición que comparte con la carta de Rusia de 1917, la que da fin a la Rusia de los zares e inicia la Rusia de la Revolución. Se trata de un aspecto que nos habla de la habilidad de Putin para actuar desde lo oculto, como gran valedor de las técnicas del KGB. Al mismo tiempo, la carta de Putin tiene en común con la carta de la Rusia actual, la que emerge en 1991 tras la desintegración de la URSS, un Marte en Sagitario dispuesto a conquistar y cruzar nuevos horizontes. Y todo ello, dentro del ciclo de creación de nuevas naciones o estados.
Ahora bien, no debemos obviar toda una energía en Casa 1 en Libra, que busca el equilibrio y se sirve de la negociación y la diplomacia. En este caso, parece que la diplomacia era una vía cerrada para que la OTAN aceptara sí o sí lo propuesto por Putin, pero siempre desde la búsqueda de zonas neutras en el escenario geopolítico. También con el deseo de no perder de su zona de influencia a un país tan afín como Ucrania. De hecho, Putín, con Urano en Cáncer en la Casa 10, podría encarnar a la Gran Madre defendiendo la Patria.
En mi opinión, el principal aprendizaje en astrología vendría de entender que cada aspecto tiene lugar dentro de un marco más general. Hablar de la entrada en la Era de Acuario dando por hecho que esa era será la de la Gran Fraternidad, del despertar de la Humanidad a nivel general o la llegada del momento de alcanzar todos los sueños con Júpiter-Neptuno, obviando el ciclo en el que nos encontramos, puede llevarnos a grandes decepciones y a lo irreal. Ahora mismo Plutón está en los últimos grados de Capricornio y debería estar enfocado en derribar y destruir las últimas estructuras de poder viejas, caducas. Al mismo tiempo estamos en pleno cierre de ciclo Urano-Saturno, ese ciclo asociado a la desintegración de la URSS y a todo el proceso posterior del conflicto con Ucrania. No en vano se puede oír a lxs geoestrategxs decir que esto viene de lejos, en particular de 1991 y de 2014.
Quizás despertemos a una nueva humanidad, a nuevas formas de poder, pero hasta que eso llegue no conviene olvidar que todo gran logro, todo gran sueño, nos exige enfrentar y transitar grandes pruebas primero. La calma y la paz podrían llegar en algún momento entre el 27 de abril y el 1 de mayo, momento en que Venus entra en conjunción con Júpiter en Piscis. Venus-Júpiter sí es un ciclo de paz, pero puede decepcionarnos una vez más. Esa es la tarea de Neptuno, ya que en esos días Júpiter no está solo, sino en su inicio de ciclo con Neptuno, encargado de diluir nuestras más íntimas e irreales expectativas.
Con la presencia de varios planetas en el signo de Piscis, el signo del caos, todo podría expandirse e ir a peor para darnos de bruces con la realidad, pero al mismo tiempo todo podría confirmarse como algo breve y efímero. En cualquier caso, este tránsito también podría activar una protesta masiva a nivel internacional en la que los ciudadanos alcemos nuestra voz contra formas de poder antiguas y caducas. La respuesta está sólo en la caja de Pandora, en el reflejo de lo que ahora mismo se contiene en el inconsciente colectivo: cuantas menos personas estén dispuestas a morir por la patria, el dinero y poder de otros, más cerca estaremos de la esperanza del final de la caja que Zeus envió a la humanidad como castigo del robo del fuego que llevó a cabo Prometeo, como en la Torre de Babel, para retrasar nuestro camino hacia la evolución de nuestra naturaleza más divina.
Me sigue preocupando que en mis previsiones para 2022 mi sensación fuera la de una primera parte del año más tranquila que la segunda. ¿Esto podría implicar un final de año aún más intenso y complejo que la situación actual? Mi foco estaría en el eclipse de Sol del 25 de octubre, que afecta directamente a Europa, en concreto a España. Ese podría ser el momento de un nuevo papel de Europa en el mapa geopolítico, tanto en sentido positivo como negativo, si el tránsito tan complejo de la carta de EE. UU., el retorno de Plutón, implica una pérdida de hegemonía de su poder. Pero Plutón no sólo implica destrucción y pérdida. Debería de suponer un ejercicio de purga, de regeneración, de resurrección.
Si bien hablamos de astrología mundana, lo que nos lleva a una interpretación de los planetas y arquetipos en movimiento, diferenciada de la interpretación de la astrología natal, es indisoluble el efecto de estos ciclos en movimiento con nuestra propia individualidad. Y ese Marte entrando a los 22º de Capricornio ha impactado en muchos de nosotros en algún lugar de nuestra carta natal con posiciones importantes. Es por ello sano y revelador entender que la misma intensidad y complejidad de estos tiempos puede traducirse a nivel individual en alguna forma de experiencia que nos lleve a pensar “que todo se derrumba”.
Para todos y todas, lanzo el recuerdo de la simbología detrás del mito de la estrella Algol, el recuerdo de Perseo entrando en el inframundo a cortar la cabeza de Medusa. Perseo, como héroe, nos invita a seguir profundizando en nuestro inconsciente, tanto a nivel individual como colectivo, para enfrentar nuestros miedos, nuestras carencias y nuestros traumas, no mirándolos de frente, sino en el espejo del otro. Perseo tuvo que mirar en su escudo, que le hizo de espejo, para localizar la cabeza de Medusa y cortarla, porque si la miraba de frente se petrificaba. Asimismo, nosotrxs podemos enfrentar lo que vemos de nosotros en todo este conflicto y conectar con las señales y las sincronicidades de lo que ahora mismo ocurre en nuestras vidas con lo que ocurre a nivel internacional. Desde mirarnos en el espejo es que podremos cortar la cabeza de la serpiente, y quizás liberar así todo lo que ahora mismo contenemos oculto, salir del Nodo Sur en Escorpio y transitar, poco a poco, al encuentro de la estabilidad del Nodo Norte en Tauro, gestionando realidades, analizando datos y experimentando la realidad desde el aquí y el ahora.
Este artículo apareció originalmente publicado en www.revistastellium.com