Cada encuentro de Júpiter y Neptuno en el cielo anuncia una cosmovisión acerca del misterio. Las ideas humanas se ajustan a una expandida sensibilidad al orden sagrado. La dinámica entre las creencias (religiosas, ideológicas, filosóficas) que afirman verdades y la percepción de una realidad que está más allá de toda racionalización y de todo dogma de fe. Pero la próxima conjunción de Júpiter y Neptuno de 2022 en el signo de Piscis adquiere un particular significado. Se trata del último encuentro dentro del ciclo de Neptuno por el zodiaco iniciado en 1860 y el de vísperas del próximo que comienza con el ingreso de Neptuno en Aries en 2025. Esa conjunción, por un lado, es símbolo de la disolución de las grandes cosmovisiones que se desarrollaron en la humanidad (con promesas de felicidad y salvación, de sanación y redención) desde mitad del siglo XIX; y, por el otro, de una nueva respuesta sensible a la dimensión trascendente y sutil de la experiencia humana, de la gestación de renovados principios y valores capaces de animar verdades y dar sentido a la zozobra del presente, y que acaso preponderen a lo largo de los 165 años del próximo ciclo de Neptuno. ¿Cuáles serían las claves de esas “nuevas religiones”? ¿Sobre qué temáticas harían eje? ¿Cuáles serían sus oportunidades creativas y cuáles sus peligros regresivos?